Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, podría convertirse en uno de los más ricos ya que esconde muchos yacimientos minerales en su subsuelo valorados en mil millones de dólares, declaró el presidente del Estado, Hamid Karzai.
“Tengo buenas noticias para los ciudadanos afganos. Los datos previos muestran que nuestros yacimientos se valoran en un billón de dólares”. Según Karzai, la investigación, realizada por el Servicio Geológico de EE. UU., que finalizará dentro de unos meses lo certifica. “Nuestro país podría ser más rico, si le ayudan a explotar los minerales”, dijo.
Una sorpresa “inesperada”
En realidad, las declaraciones del mandatario no fueron algo sensacional. El hecho de que Afganistán es un verdadero “tesoro” de minerales es conocido desde hace mucho tiempo.
Las primeras exploraciones geológicas se realizaron en el territorio del Estado ya en el siglo XIX, y al principio de 1930 se habían registrado 571 yacimientos, 138 de los cuales tenían importancia industrial. Posteriormente llegaron los especialistas soviéticos y alemanes y tras ellos, los estadounidenses. Al final de 1930 la expedición norteamericana, encabezada por el ingeniero Fox, hizo una prospección detallada del terreno, y ya en 1936 una de las grandes compañías estadounidenses, Seabord Oil Company, concluyó el acuerdo sobre explotación del yacimiento de petróleo de la provisión de Herāt con el Gobierno afgano. La verdad es que la empresa no consiguió realizar sus planes en esta región: Gran Bretaña que tenía una posición fuerte en Afganistán en aquellos tiempos insistió en que el convenio fuera anulado y cesaran los trabajos geológicos.
Dentro de unas décadas, de 1970 a 1980, los expertos soviéticos desarrollaron activamente investigaciones en el país. Además de petróleo y gas, descubrieron los restos de otros minerales, incluso de los metales de las tierras raras.
¿Qué conserva el tesoro afgano?
A través de los años de trabajo los geólogos han determinado que Afganistán tiene grandes reservas de cobre, oro, mineral de hierro, cromo, gas natural, petróleo y piedras preciosas y semipreciosas.
En 1979 los investigadores soviéticos encontraron allí un yacimiento de cobre de calidad superior, Aynak, que actualmente forma parte de los cinco más grandes del mundo. Según los datos de las autoridades afganas, las reservas de Aynak llegan a cerca de 13 millones de toneladas de cobre, cuya extracción podría producir un beneficio de 200 millones de dólares cada año. Sin embargo, muchos expertos independientes creen que la cantidad de minerales presentada por el Gobierno local fue rebajada dos veces. En 2007 Afganistán vendió la licencia de su explotación a China por 3.000 millones de dólares.
Otro yacimiento importante, situado más al norte de la capital del Estado, Kabul, es el de hierro, que se llama Hadjigek. Se indica en algunos informes que sus reservas cuentan con 2.000 millones de toneladas.
Aparte de todo esto, Afganistán encierra varias alhajas verdaderas, como rubís, berilios, esmeraldas y piedras raras, como kunzitas e hiddenitas. En cuanto a los yacimientos de esmeraldas, los afganos superan incluso las famosas minas de Colombia por las reservas y la calidad de las piedras, indican los especialistas.
Durante las últimas investigaciones el Estado hizo otra sorpresa para los científicos. Resultó que sus vetas están llenas de los metales raros, de berilio, torio, litio, tantalio y niobio, que son las materias primas caras e estratégicas. Se producen las aleaciones especiales ligeras e extra ligeras, sólidas e extra sólidas de estos metales, sin las cuales no hay posibilidades para construir las aviones y cohetes modernas.
Esto es una parte de las riquezas afganas, casi no exploradas por los 30 años de guerra ininterrumpida.
Otra cara de la Liberación Duradera
Es verdad que Afganistán podría formar parte de las potencias dirigentes con sus reservas. Según algunos analistas, el país necesitaría sólo dos años de estabilidad para acabar con la pobreza, algo que no parece que vaya a suceder: EE. UU. junto con los estados de la OTAN continúan aquí su operación antiterrorista.
Según la versión oficial de la Casa Blanca, esta operación había sido planificada y ejecutada después del 11 de septiembre de 2001 como reacción a los ataques terroristas en Nueva York y Washington. Sin embargo, los datos publicados en los medios occidentales indican que EE. UU. comenzó a prepararla hace 10 años.
Muchos analistas afirman que se puede explicar la actividad estadounidense en Afganistán por unos intereses económicos completamente determinados, en particular, calificándola como “la habitual guerra colonial con buenos botines, en resumen”. “El control sobre Afganistán y el mantenimiento de una inestabilidad controlada permiten a EE. UU. completar la creación de su propia gasolinera en el Cercano Oriente. Éste es el objetivo de su presencia -según la denominación que los mismos estadounidenses hacen de esta zona como la "región central del mundo"- ya que Estados Unidos no quiere abastecerse de recursos energéticos de otro modo”, cree Serafím Melentiev, director del Instituto de Desarrollo Mundial ruso.
Algo que se confirma por las tendencias actuales de la región. Últimamente los diarios pakistaníes, iraníes e indios comunican sobre los saqueos incontrolados de yacimientos afganos por parte de extranjeros. En particular, afirman que bajo la protección de los Grupos de Restablecimiento de las Provincias (Provisional Reconstruction Team), formados por EE. UU., se realiza la extracción ilegal de las piedras preciosas afganas. Anteriormente, The Hindustan Times y The Tehran Times informaron de que las empresas privadas norteamericanas, incluso los empresarios del Pentágono, ejecutan una producción industrial casi ilegal de esmeraldas.
El periódico pakistaní Nawai Waqt comunicó que los especialistas estadounidenses organizaron la extracción ilegal de uranio en una de las minas afganas sin control alguno por parte del fondo radioactivo. “Los obreros locales extraen los minerales casi sin medios de defensa. Los militares norteamericanos guardan y escoltan las cargas”, según el diario.
Por su parte, otro periódico pakistaní, Jang, escribió que en 2005 ocurrió un conflicto grave entre Karzai y la Administración de EE.UU. cuando la dirección afgana expresó su indignación por el hecho de que los estadounidenses utilizaran los “almacenes” de Afganistán como los suyos propios. Sin embargo, posteriormente Kabul y Washington llegaron a un compromiso cuando las autoridades afganas aceptaron la nueva ley sobre los recursos naturales del país. Según el documento, las empresas privadas obtuvieron el derecho de explotar los yacimientos, mientras tanto el Gobierno podía controlar este sector. Lo que inició el proceso de saqueo legal de Afganistán.