Diez meses de discusión sobre la reforma sanitaria han sido necesarios para que el presidente de EE. UU., Barack Obama, presente su propia propuesta. Colgado en la página web de la Casa Blanca desde el lunes por la mañana, en este momento hay tres planes sobre la mesa: el que aprobó en noviembre la Cámara de Representantes, el que aprobó en diciembre el Senado y el de la Casa Blanca.
El jueves se presenta complicado para Obama. Tendrá que defender su plan ante congresistas y ciudadanos en una reunión que será televisada y se prevé decisiva. Eso en un momento en el que necesita a como dé lugar reanimar ese cadáver que es la reforma sanitaria, piedra angular de su programa electoral, y reactivar una Presidencia sobre la que los ciudadanos han perdido la chispa de la ilusión.
Reforma sanitaria y Presidencia se retroalimentan. Con la victoria del republicano Scott Brown en Massachussets en enero, los demócratas se quedaron sin los 60 votos que necesitan para la aprobación en el Senado. Con la reforma aplazada, se inmovilizó también el liderazgo de Obama. Para salir de la crisis política no le queda otra que sacar adelante la reforma sanitaria.
El presidente ha tratado de hacer auténticos equilibrismos, intentando contentar a ambas partes. Así, el presupuesto total del plan para los próximos 10 años es de 950.000 millones de dólares, cifra que se sitúa entre los 871 millones del Senado y los 1,05 billones de la Cámara de Representantes. En cuanto a las subvenciones para que las personas de renta baja puedan acceder a una póliza también se posiciona en una postura intermedia entre ambos textos. Mantiene las ayudas federales para que todos los ciudadanos, incluso los de bajos recursos, puedan acceder a un seguro y niega la posibilidad de que algunos Estados puedan esquivar esa obligación, aunque no recoge la denominada 'opción pública' en la que el Estado ofrece una póliza de sanidad que compite con el sector privado.
La propuesta mantiene el objetivo del seguro prácticamente universal, pero añade medidas para corregir los problemas que tienen en la actualidad los ya asegurados. Por ejemplo, el Gobierno puede impedir los incrementos excesivos e injustificados de las primas que las aseguradoras imponen a sus clientes, queja principal de los estadounidenses. Y controla a las compañías de seguros para que no rechacen a un cliente por una condición médica preexistente o lo expulsen cuando enferma por largo tiempo.
A la espera de la respuesta republicana en la cumbre del jueves, no parece que se llegue de forma fácil y rápida a un acuerdo. Obama siempre puede utilizar lo que se denomina 'reconciliation', mecanismo previsto para emergencias, considerado una treta legislativa, por el que basta con una mayoría simple -51 de los 59 votos que tienen los demócratas- para aprobar una iniciativa en el Senado.