Cataluña en la encrucijada
Cataluña es una de las comunidades autónomas más dinámicas de las diecisiete que integran España. Una realidad en la que se conjugan otras muchas; una cultura, una lengua y una búsqueda continuada de una identidad nacional, que responda a su interés.
Un Ejecutivo tripartito en el que conviven ideologías muy dispares, por un lado el Partido Socialista de Cataluña (PSC), y las dos formaciones nacionalistas independentistas Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) e Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), que rige una comunidad que al igual que su Gobierno refleja la diversidad y realidad que allí se da.
Muestra de ello es la situación en la que se encuentra la propuesta de Reforma del Estatuto de Autonomía, elaborada por las Cortes regionales y que se encuentra paralizado en el Congreso de los Diputados, a la espera de la sentencia del Tribunal Constitucional. Un texto que recoge la vida y sentir catalán como una realidad nacional, algo que supuestamente y ahora está en estudio, vulnera derechos y deberes establecidos en la Constitución española vigente.
Una comunidad que cuenta con un gran peso en un país que tiene para con ella una deuda histórica, a través de lo que desde ése territorio se aporta a las arcas estatales, para el beneficio de todos los epañoles y que de nuevo, vuelven a Cataluña, mediante los Presupuestos Generales del Estado. Otro frente que no sólo en ésta, sino en otras comunidades es caballo de batalla. Cabe recordar que tradicionalmente, el Gobierno de turno ha sacado adelante los PGE en el Congreso gracias al apoyo de los nacionalistas, a cambio, de supuestas contrapartidas presupuestarias.
Todos estos factores se han evidenciado más si cabe aún con una serie de propuestas planteadas desde diferentes plataformas ciudadanas -la denominada Decidim.cat-, entre las que destaca la celebración de una serie de consultas soberanistas populares como la celebrada el pasado 13 de diciembre.
En esta ocasión la iniciativa que contó con el respaldo de los principales líderes nacionalistas, y por la que estaban llamados a participar más de 700.000 ciudadanos de 167 municipios catalanes. Aquella novedad no fue el éxito que esperaban los organizadores, puesto que el 30 por ciento apoyó la consulta sin validez alguna.
En definitiva diferentes son las opiniones como diferentes son las personas a las que se les pregunta. Pero todo ello bajo un denominador común; ¿es mejor ser una gran parte de un país europeo, o es mejor ser algo pequeño en Europa?
Para este 28 de febrero hay convocada otra segunda edición de los denominados “referéndums soberanistas”, pero para esta vez, no se ha despertado la reacción esperada. En esta ocasión, el número de localidades disminuye a 77, no estando presentes la mayoría de las más importantes de la comunidad ni las capitales, disminuyendo también el ámbito del sufragio a 287.000 habitantes y sin contar con la participación de algunos destacados políticos nacionalistas, como es el caso de Convergència i Unió (CIU).
Parece que pesan más los datos, para unos y para otros, que arrojan las encuestas sobre la intención de voto en las próximas elecciones catalanas las cuales está previsto que tengan lugar este año, si se agota la legislatura, y donde CIU obtiene una cierta ventaja sobre el PSC, mientras que las otras formaciones del tripartito (ERC y ICV) pierden peso entre el electorado.