La manifestación londinense, en la que participaron mas de 10 000 jóvenes, coincidió con la protesta de estudiantes en Belfast, la capital de Irlanda del Norte.
La Unión Nacional de Estudiantes (NUS), junto con varias organizaciones de estudiantes, se echaron a las calles para promover y defender sus derechos restringidos por medidas del primer ministro inglés, David Cameron. Su Gobierno llevó hasta el mínimo el presupuesto público dedicado a la enseñanza superior tomando un rumbo hacia la privatización universitaria.
Los manifestantes marcharon con lemas como que los ricos paguen impuestos, que se redestribuya la riqueza de los bancos a favor de los fondos educativos, y exigiendo mejores condiciones para los estudiantes, acusando a David Cameron y Nick Clegg de los problemas en la esfera educativa.
Brigadas adicionales de la Policía fueron enviadas al centro de Londres para mantener el orden.
Con la subida de las tasas universitarias de 3.000 a 9.000 libras (4.700 a 14.300 dolares) por año, la educación empezó a convertirse en un privilegio para los ricos y un fardo pesado para el británico común.
Como opina Liam Burns, líder del NUS, en vez de abrir puertas con la educación el Gobierno está cerrándolas de golpe. Los efectos negativos de los crecientes cambios restringieron el acceso al futuro y creó nuevas barreras para la juventud.
Para muchos británicos esta protesta es un esfuerzo por acabar con las medidas de austeridad en la esfera educativa y retornar el problema educativo a la agenda política del Reino Unido.
Tanto el Partido Conservador como el Partido Liberal Demócrata corren el riesgo de perder el respaldo del electorado. Según el sondeo de NUS, la mayoría de parientes de los menores de edad no perdonarán a Nick Clegg que rompiera sus promesas electorales.
A pesar del número y la diversidad de exigencias en las pancartas y eslóganes de los manifestantes, la protesta transcurrió en un clima de paz.