Pese a que el Consejo Revolucionario de Homs y el Consejo Nacional de Siria niegan que exista en marcha una persecución contra los cristianos, el arzobispo Mar Gregorios Yohana Ibrahim aseguró en declaraciones a la BBC que un tercio de los cristianos de Alepo han dejado ya la ciudad en los últimos dos años.
Según él, los cristianos que no quieren unirse a "la sublevación popular", se encuentran cada vez más marginados "y son considerados enemigos de la revolución".
En septiembre bandas armadas de rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) secuestraron en un solo día a 280 civiles cristianos, entre ellos muchas mujeres y niños. Aunque la mayoría fue liberada, tres de los capturados murieron.
Algunos analistas creen que el origen de esta represión es la llegada de radicales islamistas y miembros de Al-Qaeda, que son alentados por fundamentalistas procedentes de Arabia Saudita, cuyo objetivo es islamizar al país y hacer que la mayoría sunita domine Siria.
"Tenemos el ejemplo de Irak, donde la violencia sectaria ha sido catastrófica y nadie está hablando de eso en Siria, de los problemas potenciales que pueden hacer que este país se convierta en otro Irak", opina la analista política Sara Marusek.
La convivencia interreligiosa ha sido dinamitada por la violencia que no cesa en Siria y que, según estimaciones de los defensores de derechos humanos, ha dejado ya de 37.000 víctimas mortales. Alepo ha sido escenario de algunos de los combates más intensos del conflicto sirio. Tan sólo esta semana un ataque aéreo sobre un hospital de esta ciudad sitiada dejó al menos 40 muertos.