Sin embargo, no se trata de una petición política, sino más bien de una "acción simbólica", que lo único que manifiesta es la confianza en “los poderes casi mágicos” que tiene Barack Obama y en lo que puede hacer el presidente estadounidense “en los asuntos que están fuera de sus atribuciones”, opina el analista político Miguel-Anxo Murado.
Al mismo tiempo el analista señala que si se diera “un conflicto abierto en el terreno, si hubiese la posibilidad de violencia, de manifestaciones masivas", Estados Unidos “buscarían forzar una negociación entre las dos partes, lo que siempre favorece a la parte que quiere separarse”.
“Si llegara el conflicto, la posición de EE.UU. sería como la de casi todos los países: sería contraria a cualquier cambio del estatus quo, porque cualquier modificación de fronteras, cualquier modificación del estatus político internacional se ve siempre como perjudicial, al menos como peligroso”, señalo Murado.
Si llegara el conflicto, la posición de EE.UU. sería como la de casi todos los países: sería contraria a cualquier cambio del estatus quo.”
No obstante, es muy poco probable que Obama intervenga ahora en las relaciones entre las autoridades de Cataluña y el Gobierno de España, que es un país aliado de EE.UU, señaló el analista. “Es un escenario todavía muy lejano y, en cierto modo, bastante improbable”, reiteró Murado. Seguramente el mandatario norteamericano optará por mantenerse aparte y decirles a los peticionarios que es un asunto interior de España, agregó.
Además, el eventual apoyo estadounidense a los independentistas sería un “desastre” para las relaciones entre Washington y la totalidad de la Unión Europea, según opina el periodista internacional Alberto Rabilotta.