“La imposición de su propio sistema político y socioeconómico a otros, en la mayoría de los casos provoca una reacción de oposición y puede contribuir al fortalecimiento de las fuerzas represivas y extremistas, apartando la perspectiva de los cambios realmente democráticos”, apuntó el jefe de la diplomacia rusa.
Irak, Afganistán y Libia, podrían considerarse ejemplos de las consecuencias que puede acarrear intentar introducir un sistema por la fuerza. Con respecto a los procesos que continúan abiertos, Lavrov señaló que “nadie sabe a ciencia cierta qué será de Oriente Medio”, en referencia a Siria, también sumida en un conflicto armado desde marzo de 2011.
Son cada vez más los extremistas extranjeros que operan en este país árabe contando con el apoyo de una serie de países occidentales y de las naciones del golfo Pérsico que están financiando a los llamados 'rebeldes' sirios.
Asimismo el ministro se mostró preocupado por el hecho de que algunos Estados estén tratando de convertir “en un precedente el modelo libio”, en referencia a la operación militar de la coalición internacional que puso fin al régimen de Gaddafi.