La comunidad chilena en Rusia y más concretamente en su capital Moscú, es muy numerosa y cercana. Conoció esta misma, de la mano de los periodistas chilenos que actualmente forman parte de la plantilla del canal RT en español, lo que estaba sucediendo en su país natal, desde el primer momento se pusieron en contacto con la embajada chilena en Moscú y también con la Asociación de Chilenos en Rusia para ofrecerles todo lo que ellos sabían.
Pese a que en el país las comunicaciones o no funcionan o tienen graves deficiencias surgidas por el terremoto, que ha sumido a Chile en la oscuridad informativa, estos informadores están recabando diferentes informaciones que por medio de Internet, redes sociales y otras vías de comunicación, se esfuerzan para aportar datos sobre lo sucedido, y tratar de contactar con familiares y amigos creando así una cadena informativa que vaya aplacando las especulaciones.
Una labor intensa la que se viene haciendo desde la redacción de informativos de RT y de la propia asociación quien se ha puesto manos a la obra con más corazón que nunca. Así según han informado a éste canal desde la comunidad, saben que el propio cónsul general, Manuel Lara, había logrado mantener una conversación con un familiar que se encontraba en Viña del Mar, informándole de que la situación allí no era tan alarmante, aunque el famoso festival que estaba previsto tener lugar se ha suspendido debido a lo sucedido.
La propia asociación está recabando toda la información posible, está facilitando los contactos y cruces de comunicación para ayudar a sus compatriotas.
A continuación les ofrecemos el texto íntegro que Marcos Borcoski, compañero chileno dedica a su nación en estos difíciles momento, vaya desde aquí el máximo apoyo y un grana brazo para todo Chile.
Terremoto en Chile
¡Terremoto en Chile!, fue el anuncio periodístico pero esta vez la información me dejó clavado en mi asiento frente al computador. De inmediato surgieron en mi mente las imágenes de mi esposa y de mis hijos. La primera reacción: comunicarse con Chile, mi país de origen ubicado al otro lado del mundo respecto de Moscú, pero cada intento fracasó. No hay comunicación con Chile.
Mientras tanto, las agencias de noticias comienzan a entregar información muy parcial, de acuerdo con los medios con que se cuenta.
Quizás si la preocupación y la alarma interior comienza a surgir, no cuando se conocen los efectos devastadores del sismo, sino que la ausencia de información concreta. Mientras redacto informaciones relacionadas con el fenómeno telúrico, una parte de mi cerebro se pregunta constantemente:
“¿Qué pasó con mi familia? ¿Cómo está Liliana, mi esposa, mis hijos Nicolás, Camilo, Javier, Rodrigo y Christian. No hay forma de saberlo. Algunos me entregan información más tranquilizadora. “No ha sido tan grave” -me dicen-. Pero las cifras son más duras: 8,8 grados en la zona del Bío Bío y grado 7 en Santiago.
Las noticias van llegando en goteo. Un muerto en el Sur, dicen algunas. Luego el número aumenta a cinco, siete, y hasta 47, en este momento. Las ciudades están en tinieblas, no hay energía eléctrica. Me imagino a mi familia tratando de conservar la calma. Seguramente piensan en mí, en mi ausencia. ¡Debería haber estado allí” -me digo-. Pero las informaciones siguen llegando. La televisión chilena está al aire. Dicen que en el Sur dos regiones han quedado aisladas por la caída de puentes que unen las autopistas.
En este momento, las noticias son más inquietantes. Se anuncia que existe una posibilidad de tsunami. Sí tengo familiares en Viña del Mar, en la costa misma.
Toda la jornada transcurre como una verdadera novela por capítulos, en que cada escena se va configurando al tenor del conocimiento de cada acontecimiento.
Ya son casi algo más de las 4 de la tarde en Moscú. El mapa informativo periodístico ya está casi completo. El sismo se sintió en mayor o menos grado desde el desierto de Antofagasta hasta la zona de Los Lagos. ¡! Eso es casi todo Chile!
Si bien el mapa noticioso periodístico se ha armado en gran parte, el mapa personal sigue inmerso en la ignorancia. Yo quiero saber también que ha pasado con mi familia, mi esposa, mis hijos, en Santiago. Pero no hay forma de saberlo. Seguiré intentando. Si tengo que viajar a Chile, lo haré porque allá me necesitan, no como periodista, sino como esposo, y como papá. Pero si quizás en las próximas horas pueda escucharlos y conocer de sus labios que están bien. Asustados, aterrados, nerviosos, pero bien. Entonces estaré tranquilo. Mientras tanto, sigo el acontecer periodístico. Es que, es entonces cuando es tan difícil, separar el hombre, la persona del periodista.
Liliana, estoy preocupado por ustedes. Diles a los niños que el papá sigue cada paso en Chile, desde Moscú, al otro lado del mundo.
Liliana, mi amor, en esta página de RT está mi preocupación. A Dios ruego que ustedes estén bien. Aunque no lo estoy, mi mente está en Moscú y mi corazón, en Chile.
Marcos Borcoski
Periodista RT, Moscú.