El dispositivo tiene el número de patente 20120298119 y fue ideado por tres personas (Corbin Reese, Donald L. Pegg y Lucius L. Lockwood), residentes en el estado de Arizona. Puede ser controlado a distancia por policías o funcionarios de prisiones.
Las manillas pueden ajustarse de un modo especial para electrocutar a los prisioneros en casos como no responder satisfactoriamente a un interrogatorio o comportarse de algún modo poco adecuado, según el criterio de sus captores. Además, en caso de desobediencia, unas agujas especiales instaladas en el aparato pueden inyectar cualquier sustancia química deseada, como “un líquido o un gas, un estimulante, un medicamento o un sedante”, en la sangre del arrestado.
El portal Natural News descubrió que los inventores de estos grilletes de tortura también han participado en la producción de las esposas eróticas que se comercializan en la página Funcuffs.com. Según Funcuffs, estos juguetes sexuales están equipados para dar descargas eléctricas, más o menos intensas, a personas aficionadas al sadomasoquismo en las relaciones sexuales. Aparentemente, las esposas eróticas inspiraron lo que podría convertirse en un nuevo instrumento de tortura policial.