El proyecto, que requerirá una inversión por 17.500 millones de dólares, unirá Río de Janeiro con Sao Paulo y un ramal a la ciudad de Campinas.
En la primera subasta será otorgada al mejor postor una concesión por 40 años para operar, mantener y conservar este proyecto denominado Ferrocarril EF-222.
El adjudicatario de esta concesión, en la que tienen interés empresas de España, Francia, Alemania, Japón y Corea del Sur, aportaría la tecnología propia para el sistema ferroviario.
Una segunda subasta, aún sin fecha establecida, escogerá al consorcio responsable de la construcción de la línea y de las estaciones, incluyendo las obras necesarias como túneles y puentes.
La licitación para el primer tren de alta velocidad de América Latina estaba prevista para julio del año pasado, pero fracasó debido a que ninguna empresa se interesó en construir y operar el sistema ferroviario simultáneamente y en las condiciones entonces establecidas por la administración de Dilma Rousseff.
El Gobierno brasileño decidió dividir la licitación en dos y ofrecer contratos diferentes para las empresas que construirán y operarán el sistema, que tendrá una extensión de 510 kilómetros, y unirá las dos mayores ciudades del país en 85 minutos en lugar de las actuales seis horas.