Un volcán en erupción en el Lejano Oriente de Rusia se ha convertido en una atracción popular para hacer turismo entre los buscadores de impresiones fuertes. Decenas de turistas llegan cada día para ver los flujos de lava y las nubes de ceniza causadas por el fenómeno natural. Algunos están seguros de que se trata de un presagio del fin del mundo.
El volcán Plosky Tolbachik en la península rusa de Kamchatka, que permanecía inactivo desde su última erupción más notable en 1975, en la actualidad está emitiendo unas 1.200 toneladas de lava herviente cada segundo -una cantidad récord- y está expulsando enormes nubes de ceniza a una distancia de cerca de 3.000 metros de altura, según estiman los sismólogos locales.
El camino hacia el Plosky Tolbachik, que tiene una altura de 3.085 metros, pasa por el río congelado de Studenka. A pesar del carácter arriesgado de la ruta, casi un centenar de vehículos llenos de turistas valientes la superan diariamente para subirse a una montaña cercana y ver el 'espectáculo apocalíptico' con sus propios ojos.
Los turistas que ignoran las señales de advertencia sobre el peligro de caída de piedras de lava calientes pagan los precios más altos para dar un paseo de diez horas en coche para ver el volcán. El viaje cuesta unos 650 dólares para los locales y cerca de 1.000 dólares para los turistas de Moscú, un precio que casi iguala el salario promedio mensual en la capital.