El seísmo de 8,8 grados que estremeció Chile, calificado como uno de los más fuertes en los últimos 50 años, vino a cambiar los planes del próximo gobierno y aplazó el cumplimiento de los compromisos asumidos durante la campaña electoral del mandatario electo, Sebastián Piñera.
El nuevo jefe de estado asumirá la presidencia el 11 de marzo con el desafio de hacer frente a un país paralizado por daños materiales por valor de 30.000 millones de dólares y a un pueblo herido por la tragedia.
El escenario cambió completamente
Luego de recorrer las instalaciones del colegio Salvador Sanfuentes, de la comuna de Santiago, Piñera confirmó que el escenario cambió completamente y el programa del nuevo gobierno, aprobado durante la campaña por la mayoría de los chilenos, será modificado en el marco de la situación que está viviendo el país.
“El terremoto no estaba en el programa de ningún chileno, ni chilena”, dijo Piñera, señalando que “por lo tanto, nuestro programa de gobierno está siendo adecuado para incorporar esta nueva exigencia y desafío que es la reconstrucción del país”.
“Es absolutamente imposible pretender ignorar que este terremoto va a significar cambios en nuestro programa de gobierno. Los vamos a anunciar de forma clara y transparente, porque ese es el estilo de la nueva forma de gobierno que vamos a establecer a partir del 11 de marzo”, subrayó.
“Levantemos Chile”
Estimando los daños del terremoto, Sebastián Piñera indicó que “son mucho más profundos de lo que se pensó” y señaló que al gobierno actual le corresponde la emergencia, mientras que el próximo se encargará de la reconstrucción. El equipo del político reaccionó con rapidez a la tragedia y lanzó una campaña denominada 'Levantemos Chile'.
La prioridad de la nueva administración en este caso incluye la habilitación de hospitales, escuelas, viviendas, caminos y puentes, “de todo, lo que este terremoto ha destruido”, y la reactivación de la economía.
“No partimos de cero”
En los últimos 20 años, los gobiernos de la Concertación lograron sacar de la pobreza a alrededor de un 30% de la población inmersa en la miseria durante la dictadura de Augusto Pinochet. En la década de los 90 el país vivió un importante crecimiento económico y la popularidad del gobierno de la concertación, apoyado tanto por la clase media como por las personas de las capas más desprotegidas, alcanzó un 80%.
Sin embargo, la tragedia que se desató el 27 de febrero descubrió que la división social aún persiste en Chile y se expresó con numerosos casos de vandalismo, saqueos e incendios.
La violencía que asoló las regiones del Maule y Biobío llevó a Bachelet a desplazar a miles de soldados a estas zonas. Piñera, a su vez, reclamó “reestablecer el orden” y mostró su reconocimiento hacia el gobierno de centro- izquierda. No es la primera vez que el mandatario electo elogia la gestión del gobierno de la Concertación. Sin embargo, admite que falta mucho por hacer. “No partimos de cero. Hay mucho camino avanzado, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer”, dijo hace unos días.