Otro niño ruso ha sido presuntamente asesinado por sus padres adoptivos estadounidenses. Vania Skorobogatov, de siete años de edad, originario de la ciudad rusa de Cheliabinsk, fue adoptado por Michael y Nannette Craver en 2003. Vino a casa de sus nuevos padres junto con su hermana. El chico murió en agosto pasado, pero sólo recientemente sus padres adoptivos han sido detenidos.
El responsable de los derechos del niño de Rusia, Pável Astájov, dirigió al Departamento de Estado de EE.UU. una petición donde insta a las autoridades de ese país a que investiguen las circunstancias de la muerte del chico. Además, en su carta oficial, Astájov recordó al director del Departamento, Michael Regan, el acuerdo existente de colaboración en el delicado asunto de la adopción de niños, a pesar de las diferencias en las leyes y derechos de ambos países.
"Estamos muy preocupados, sobre todo recordando que no es el primer caso en el que muere en los Estados Unidos un hijo adoptado en Rusia. Estamos estudiando la situación con ayuda de nuestra Embajada en los EE. UU., esperamos que se realice la investigación correspondiente y el tribunal tome una decisión justa y objetiva", dijo el vice director del Departamento de Información del Ministerio de Asuntos Exteriores, Igor Liakin-Frolov.
Actualmente los esposos Craver están arrestados, acusados del asesinato del niño. La audiencia preliminar del tribunal tendrá lugar el 31 de marzo.
Según los medios de comunicación locales, hace dos años trataron de privar al matrimonio de la custodia de sus hijos. Después de aquello, prohibieron a los niños acudir a la escuela y decidieron que estudiaran en casa.
Según los resultados de la investigación previa, Vania murió de hambre y de múltiples contusiones. El niño falleció por una complicación después de un traumatismo craneoencefálico, el 25 de agosto de 2009 en un hospital local.
Los padres adoptivos afirman que el chico cayó y se golpeó la cabeza contra la chimenea. Al día siguiente, según el matrimonio, le llevaron al hospital.
En el cuerpo del niño encontraron más de 80 magulladuras de diferente gravedad, entre ellas veinte en la cabeza. Además, el chico se encontraba en un grave estado de inanición.
Los Cravers afirmaron que su hijo adoptivo tenía tendencia a la automutilación. Sin embargo, los abuelos adoptivos del niño no lo confirman, y recuerdan cómo Vania temblaba por miedo al castigo cuando cometía cualquier travesura.
Otra pariente, la tía, afirma que en agosto el niño no quería que ella abandonara su casa. Tenía la cara hinchada y un chichón en la cabeza.
Además, descubrieron en la investigación que durante el año 2009 Vania Craver no visitó el médico ni una sola vez.
Las circunstancias de esa tragedia recuerdan otras historias tristes. Desde 1991, quince hijos adoptados de Rusia murieron a causa de las torturas que les hicieron sufrir sus padres adoptivos de los Estados Unidos.