Oportunidad única: Occidente tiene hasta junio de 2013 para evitar el conflicto con Irán

En el próximo semestre Occidente tiene una oportunidad única para terminar el conflicto con Irán de una manera pacífica, lo que permitirá dispersar los temores sobre la seguridad internacional y superar la situación con dignidad.
Así lo asegura Shashank Joshi, miembro de Royal United Services Institute, una organización británica que se ocupa de defensa y seguridad, en un artículo publicado en 'The Guardian'.

Según el autor, ahora las circunstancias diplomáticas favorecen como nunca antes a la resolución del enfrentamiento. En ese sentido cree que se abrió una 'ventana' cuando el presidente de EE.UU., Barack Obama, fue reelecto y que se cerrará en vísperas de las elecciones presidenciales en Irán en junio de 2013.

Condiciones

Joshi opina que Occidente debe flexibilizar las sanciones y permitir a Irán enriquecer el uranio. Por su parte el país persa tendrá que limitar el enriquecimiento al 5%, convertir sus reservas en combustible, limitar su capacidad de hacerlo en el futuro y permitir que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) lleve a cabo sus inspecciones.

Lo más importante para Irán, según el analista, es asegurar la trasparencia absoluta de su programa. Cree que para Occidente es más conveniente un programa nuclear más grande pero transparente, en vez de uno pequeño y opaco.

Finalmente, si el OIEA confirma que Irán no infringe ninguna prohibición, las sanciones pueden ser levantadas completamente. A cambio de una transparencia absoluta, el Estado recibiría un “indulto” por sus infracciones en el pasado. El autor señala que a muchos países les han perdonado sus investigaciones nucleares ilegales.

Dureza amenazante

El principal problema -sostiene Joshi- consiste en la tenacidad de ambas partes. Ni Occidente ni Irán quieren hacer concesiones.  

El experto opina que esta dureza podría convertirse en una catástrofe. En primer lugar, las sanciones de larga duración podrían tener graves consecuencias humanitarias y diplomáticas.

Además, Israel puede lanzar un ataque aéreo temiendo que Irán esté avanzando en el desarrollo de su programa nuclear, lo que hará al país redoblar sus esfuerzos.

Por último, Joshi destaca que las sanciones podrían llevar al pueblo iraní en las calles. Al encontrar que el régimen se ha hecho más vulnerable, el Gobierno del país apretaría las tuercas y querría fortalecerse con la fuerza disuasiva nuclear.

El autor supone que si Irán no hace concesiones, Occidente no perderá nada. Pero no utilizar esta oportunidad será una gran negligencia.