El sonido de las campanas depende del humor y empeño de su fabricante

Rusia tiene fama por sus bellas iglesias y catedrales de madera y piedra, con las cúpulas doradas o cubiertas de rejas que se alzan tanto en la capital como en los pueblos y aldeas lejanas. Las campanas antiguas hechas a mano siempre han sido el adorno principal de los templos rusos.

Rusia tiene fama por sus bellas iglesias y catedrales de madera y piedra, con las cúpulas doradas o cubiertas de rejas que se alzan tanto en la capital como en los pueblos y aldeas lejanas. Las campanas antiguas hechas a mano siempre han sido el adorno principal de los templos rusos.

Los escritores de Rusia enaltecían su belleza y sonido encantador. El famoso compositor ruso Serguéi Rajmáninov dedicó una de sus mejores melodías a las campanas.

En la Rusia antigua la campana se percibía como un ser vivo que tenía alma. Se creía que no había dos campanas que tuvieran el mismo sonido: todas sonaban de manera diferente. Desde la antigüedad se consideraba que cada campana tenía su propio carácter y personalidad y que su sonido único dependía del humor y empeño de su fabricante. Al fundir la campana la bautizaban, le daban el nombre, como a un recién nacido. Antes de ocupar su lugar en el campanario la campana recibía la bendición del sacerdote.

El sonido de las campanas convocó a la gente a la iglesia, acompañó al hombre desde el nacimiento hasta la muerte. En la Rusia antigua se creía que este sonido aliviaba los dolores y curaba las enfermedades. Numerosas leyendas difundidas en diferentes regiones del país cuentan que el poder del sonido de las campanas grandes protegía a la gente de las maldades y los pecados graves.

En la Iglesia Ortodoxa Rusa las campanas se dividen en tres tipos: grandes, de tamaño medio y pequeñas.

Las campanas grandes se llaman 'la voz del Dios' y sirven para convocar a los creyentes a la misa. Las medias están destinadas a adornar la melodía, a hacerla más rica. Con ayuda de las campañillas pequeñas expresaban la mayor solemnidad o distinguían los momentos culminantes de la misa.

Segúramente la campana más famosa del país se encuentra en el recinto del Kremlin de Moscú y lleva el nombre de Tsar Kolokol. Se trata de la campana existente más grande del mundo. La campana fue encargada por la emperatriz Ana de Rusia, sobrina de Pedro el Grande. Pesa 216 toneladas, con una altura de 6,14 metros y un diámetro de 6,6 metros. Para crearla tuvieron que fundir el metal durante 36 horas.

Actualmente las campanas se fabrican utilizando técnicas modernas y debido a esto su sonido ya no es tan espectacular como en la época antigua. Sin embargo, en la región de Yaroslavl, a 282 kilómetros de Moscú, hay una empresa que guarda el secreto de la fabricación de campanas al antiguo estilo ortodoxo. El corresponsal de RT Erick Fonseca tuvo oportunidad de visitar esta asombrosa fábrica fundada por los hermanos Shuválov.

"Cuando comencé a dedicarme a esto fue por pura curiosidad, que sumada a mis estudios en ingeniería y al buen oído que tengo, me impulsó a fundar mi propia empresa, aunque he de confesar que nunca me lo planteé como un negocio. Mi principal cliente en un inicio fue la Iglesia Ortodoxa Rusa", comenta Nikolái Shuvalov, el fundador de la fábrica.

"Para nosotros cada campana es muy querida, es única, cada una tiene un sonido muy particular relacionado con el estado de humor de su fabricante, con el tiempo e incluso con las fases de la luna. Ninguna campana, aunque quisiéramos, la podríamos reproducir exactamente", añade.

Además del amor y misticismo que el señor Shuvalov pone en cada campana, se debe sumar otro elemento del misterioso método que consiste en ir formando el molde con varias capas de diferentes materiales. Claro que esto no es lo único que otorga a las campanas tanta musicalidad. Quizá algún día este misterioso secreto sea desvelado.