EE.UU., ¿en busca del soldado mutante?

El ejército de EE.UU. está desarrollando una amplia gama de tecnologías con la intención de dotar a sus soldados de una mayor fuerza y resistencia; mejor trabajo en equipo y ausencia de miedo, según una reciente investigación.
Según un artículo publicado por la revista 'Wired' que hace referencia a un informe de tres investigadores de la Universidad Politécnica Estatal de California, las mejoras militares en humanos incluyen drogas, nutrición especial, electroshock, terapias génicas, implantes y prótesis robóticas, cuyos riesgos son poco conocidos.

"Es mejor pensar largo y tendido antes de dar rienda suelta a un ejército de supersoldados con poderes mutantes", reza el informe de los especialistas.


Con la mosca en la oreja

"¿Existen límites éticos, legales o psicosociales sobre en qué medida se puede mejorar un militar?", se preguntan los investigadores, que a su vez alertan sobre un futuro campo de batalla lleno de pilotos y comandantes cyborg con cerebros modificados con tecnología.

En este posible futuro mutante, ¿qué mejoras deben ser reguladas por el derecho internacional? Si el implante o un fármaco produce efectos secundarios inesperados, ¿quién sería responsable?, se pregunta por su parte la revista 'Wired'.

Antecedentes

Estas preocupaciones éticas tienen precedentes. Se sabe que la Fuerza Aérea de EE.UU. prescribe dexedrine a los pilotos involucradas en misiones de larga duración, a pesar de que la Administración de Alimentos y Medicamentos de ese país advierte que este estimulante puede causar un "comportamiento agresivo", algo que ya se ha comprobado.

Los autores del informe recuerdan que en el 2002 un par de pilotos estadounidenses que regresaban de una misión de 10 horas sobre Afganistán vieron destellos en tierra. Creyendo que los insurgentes intentaban atacarlos, lanzaron una bomba sobre el 'enemigo', pero resultó que se trataba de soldados canadienses que llevaban a cabo una práctica con fuego real, cuatro de los cuales murieron por la explosión. Uno de los pilotos confesó que no entendía lo que pasaba con su cuerpo y su mente cuando tomaba la dexedrine.

Por otro lado, en el marco de una serie de experimentos conducentes al desarrollo de armas alucinógenas en la década de 1970, el Pentágono dio LSD a los soldados sin que los sujetos comprendieran plenamente las consecuencias del uso de esta droga. Durante la Guerra Fría  las tropas estadounidenses también estaban expuestas a psicoquímicos y otras sustancias tóxicas con carácter experimental que se les suministraba sin su consentimiento.

Los autores del informe aconsejan al Pentágono que establezca un marco de mejoramiento militar más humano.