En total, serán unas 700 presas las que saldrán en libertad, aunque por el momento no se conoce la fecha. Otras 210, las que están involucradas en hechos de terrorismo –según las autoridades–
permanecerán en los centros penitenciarios.
La medida está destinada a calmar las protestas en las zonas de mayoría sunita del oeste y norte del Estado que estallaron después de que arrestaran bajo los cargos de terrorismo a varios guardias del ministro de Finanzas, Rafei al-Essawi, un sunita frecuentemente criticado por sus colegas chiitas del Gobierno. Los manifestantes, que desde hace 10 días están bloqueando la ruta que lleva a Siria y Jordania, acusan a las autoridades –pertenecientes a la mayoría chiita–
de abusar de la legislación antiterrorista para suprimir a la minoría sunita.
La protesta es apoyada también por varios líderes chiitas, en primer lugar, por el clérigo Moqtada al Sadr, fundador y presidente del Movimiento Sadr que cuenta con 40 diputados en el Parlamento del país y cinco ministros. Sadr predice una "primavera iraquí, si las cosas continúan como están" y acusa al primer ministro de pretender establecer una dictadura.
Mientras tanto Al Maliki, a pesar de anunciar varias concesiones a los manifestantes, advierte que no vacilará en recurrir a las fuerzas del orden para poner fin a la protesta. "Les hago una advertencia para el caso de que continúen con su movimiento, porque es contrario a la Constitución iraquí. Hemos sido muy pacientes con ustedes, pero no esperen que dejemos que sigan sus acciones", aseguró en uno de sus discursos públicos.