El 8 de enero una aeronave que iba a despegar rumbo a Tokio se vio obligada a regresar a la terminal después de que justo antes del despegue se detectara goteo de combustible, informa 'The New York Times'.
Cuando el avión, con 178 pasajeros y 11 tripulantes a bordo, se deslizaba por la pista listo para el despegue, el piloto de otra aeronave notó la fuga de combustible. La tripulación abortó el despegue y la aeronave partió tras ser reparada con un retraso de cuatro horas.
Un día antes y también en el aeropuerto de Boston un incendió de cables eléctricos se trasladó a una batería conectada a una unidad de potencia auxiliar de otro Boeing 787 que acaba de aterrizar procedente de Tokio. El humo lo detectaron los limpiadores que subieron a bordo cuando todos los pasajeros y la tripulación hubieron abandonado el avión. La compañía Boeing anunció que entre este incidente y los anteriores fallos del sistema de alimentación de otros Boeing 787 no existe ninguna relación.
Ambos incidentes en Boston ocurrieron con aeronaves de la aerolínea Japan Airlines, propietaria de siete Boeing 787. Según un portavoz de la empresa, Japan Airlines no tiene intención de renunciar a sus planes de comprar otros 38 aparatos.
Estos incidentes han sido los últimos de una serie de problemas con el 787, que entró en servicio comercial en noviembre de 2011 y desde entonces ha sufrido varios fallos eléctricos y técnicos. El año pasado Boeing entregó a sus clientes 46 gigantescas aeronaves Dreamliner, más de lo que algún analista había previsto, y ha esbozado ambiciosos planes para duplicar su tasa de producción de 10 aviones al mes a finales de este año.
La versión básica del 787 tiene un precio de 206,8 millones de dólares pero los primeros clientes suelen obtener descuentos para compensar los problemas y retrasos en la producción. Todo ello significa que podrían pasar años antes de que Boeing comience a recuperar sus costos de inversión y obtener beneficios.
En el diseño de Dreamliner abundan las nuevas tecnologías, incluida una mayor confianza en los sistemas eléctricos, y la célula del gigantesco avión está construida principalmente con materiales compuestos de carbono de peso ligero.
La única compañía aérea de EE.UU. que opera los 787 es United Airlines. En diciembre uno de sus seis Dreamliner tuvo que dar la vuelta durante el vuelo tras un fallo de un generador de electricidad.