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Clausuradas todas las maternidades en una ciudad de los Urales

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Lo más importante en la vida de una familia es el nacimiento de un hijo, sea el primero o el quinto. Pero en la ciudad de Kungur, en los Urales, no es tan fácil encontrar un centro de maternidad. El único centro de este tipo se cerró hace un mes por la ausencia de condiciones apropiadas según la
Clausuradas todas las maternidades en una ciudad de los Urales

Lo más importante en la vida de una familia es el nacimiento de un hijo, sea  el primero o el quinto. Pero en la ciudad de Kungur, en los Urales, no es tan fácil encontrar un centro de maternidad. El único centro de este tipo se cerró hace un mes por la ausencia de condiciones apropiadas según las autoridades sanitarias. Otro hospital proyectado para suplir estas carencias no se inaugurará hasta noviembre.

La decisión de cerrar la maternidad vino a poner a prueba a las futuras madres y a los médicos de la ciudad.  Después del parto en un hospital, al hijo de Elena lo llevaron a otro centro que se ubica a decenas de kilómetros pero posee instalaciones para el tratamiento de neonatos. La mujer se siente muy agradecida al equipo de médicos que llegó muy rápido, pero lamenta que ahora su hijo no esté a su lado.

El centro de natalidad de Kungur se clausuró después de que su licencia no pudiera renovarse. Ahora allí no se puede ni realizar los partos planificados, ni siquiera prestar tareas de auxilio urgentes. Los médicos consideran la situación como desastrosa.

Irina Koksharova, la vicedirectora de la maternidad de Kungur, afirma que el equipo de médicos trabaja en condiciones de guerra. “No hay ni un partero de guardia, el hospital está cerrado. Prestamos la ayuda en la sección quirúrgica, donde no hay ningunas condiciones para neonatos; mejor dicho hay unas condiciones pésimas”. 

La antigua maternidad se construyó hace medio siglo y una inspección del Ministerio de Sanidad desveló que en el edificio no existía la ventilación necesaria, las habitaciones son escasas, el equipo era viejo y no se podía garantizar la suficiente esterilidad de las instalaciones.

El jefe de la inspección sanitaria del Servicio Regional de Protección de los Derechos de los Consumidores,  Yevgueni Sarmométov, asegura que “los datos de la investigación demuestran que las condiciones no corresponden a las normas sanitarias. Este lugar es peligroso para la vida de la gente que está aquí”.

Sin embargo las autoridades de la ciudad creen que no hay razones para cerrar la maternidad. Galina Kóbeleva, jefe del Departamento de Sanidad de Kungur, argumenta que en el hospital “se realizó una reforma y está todo limpio. Lo único que falta es espacio”.

Pero estas palabras no calman a las mujeres que se preparan para el parto y están abandonadas a su propia suerte. Svetlana Lobánova dio a luz a su quinto hijo en un coche. La estaban llevando a un centro de natalidad de otro pueblo. Dice que en su ciudad hubieran podido llegar a tiempo, pero no sabían cómo llegar hasta la maternidad del otro municipio. Tuvieron que detener el coche al borde de la carretera. A Svetlana la acompañaba su amiga Yulia, enfermera de profesión, que le ayudó en el parto. Las mujeres envolvieron al recién nacido en una servilleta, luego en una camiseta del marido y siguieron adelante. La familia sólo pudo acceder a un médico una vez que el parto ya había terminado.

Mientras sólo Dios atiende los alumbramientos de las mujeres de Kurgan, los médicos de la ciudad siguen pidiendo al menos una licencia tempora para poder ayudar en los partos urgentes en su vieja casa de maternidad.

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