Niños prodigio rusos

La habilidad de aprender es mucho mayor durante la infancia, mientras los padres se esfuerzan en que sus hijos aprendan tareas de adultos, los psicólogos opinan que esto podría afectar a su percepción del mundo.

Roman tiene 3 años. Le encanta jugar en los cajones de arena. Pero grandes cajones de arena. No le entusiasman los cochecitos, los suyo son las maquinas de verdad. El abuelo de Roman le traía al trabajo durante un año y ahora el niño sabe conducir la escavadora sin ayuda de nadie: “A mi nieto no le impresiona el Zoo, le encantan las tecnologías, las grúas… La maquinaria de construcción le atrae más que los coches”.

Roman también sabe de ordenadores, y de vez en cuando explora la ’telaraña mundial’ después de echar la siesta. Sin embargo, mientras los parientes están encantados, los psicólogos al revés están muy preocupados.

 “Estos niños se sienten bien con los adultos, pero a veces tienen problemas de comunicación con sus coetáneos. Ellos son líderes, pero no les salen otras cosas como por ejemplo entablar amistad”, considera una psicóloga infantil.

Ver a sus hijos primerizos es el sueño de muchos padres de hoy en día. Este es uno de los numerosos centros de enseñanza preescolares que hay en Moscú. Y los padres están haciendo cola para que sus criaturas estudien aquí.

“En muchos casos lo que en realidad quieren los padres es realizar sus propios sueños que no han podido cumplir”, afirma una madre Irina Vekhova.

Ocho más uno son nueve. Stepan tiene sólo cuatro años y ya lleva media vida estudiando. Su madre Ekaterina Serguéieva dice que su hijo tiene que aprender para ingresar en una escuela buena. “Claro que queremos nuestros hijos sean inteligentes y exitosos”, afirma ella. También Stepan va al jardín de infancia donde aprende a comunicarse. Por ahora son sólo juegos, pero los conocimientos que va adquiriendo, a lo mejor le convertirán en el futuro en un auténtico líder.