"Nadie que sufra heridas en las protestas puede ir al hospital, porque los golpearían, interrogarían y finalmente encarcelarían", dice Sayed Yusif al Muhafda, del centro para derechos humanos de Bahréin.
No se trata de hechos aislados que pueden ocurrir en alguna clínica secundaria. El hospital de Salmaniya, la principal institución médica del país, se hizo conocido como un centro de torturas. “El año pasado muchos manifestantes fueron torturados dentro del hospital Salmaniya. En este país a la gente se la tortura en las clínicas, además de en las prisiones”, cuenta Sayed Yusif al Muhafda.
Las fuerzas de seguridad castigaron a los médicos que se negaron a colaborar con ellas y se atrevieron a ayudar a los heridos sin preguntar sobre sus ideas políticas. “A mí me trasladaron, no sé a dónde exactamente, pero estaba amordazada y esposada. Esto duró 10 días. Luego me pusieron en aislamiento durante tres semanas y solo abrían la puerta para darme palizas”, cuenta Nada Dhaif, una doctora que por ayudar a los manifestantes fue torturada y condenada a 15 años de cárcel por traición, pero logró escapar gracias a las presiones internacionales. Entre sus maltratadores estaba la princesa de Bahréin, Noura Bint Ebrahim al Khalifa, que fue oficialmente imputada, pero niega las acusaciones.
El hecho de que un miembro de la familia real haya sido acusado y que el Gobierno prometiera instalar cámaras de video en los centros de detención parecen indicar que el Ejecutivo ha cedido a las presiones internacionales. Varios países exigen que Bahréin respete los derechos humanos. Sin embargo, las protestas y sus represiones no cesan y subsisten muchas dudas sobre qué ocurre donde las cámaras no llegan.