El ministro de Sanidad israelí, Ron Gamzu, ordenó a cuatro organizaciones médicas que cesen con esa práctica, indica el diario israelí 'Haaretz'.
Ese Ministerio y otras agencias gubernamentales negaron esa práctica hace cinco años cuando los medios de comunicación se hicieron eco de las primeras denuncias.
Ahora los ginecólogos no deben recetar a mujeres procedentes de Etiopía inyecciones del contraceptivo 'Depo-Provera', cuando a los médicos no les queda claro si sus pacientes entienden las consecuencias de su uso. Si es necesario, deben solicitar la ayuda de intérpretes.
La decisión de Gamzu se conoció tras las demandas de la Asociación para los Derechos Civiles de Israel, que nuclea a grupos que defienden los derechos de los inmigrantes etíopes. En su mensaje al ministro de Sanidad, la representante de la entidad civil, Sharona Eliahu-Chai, exigía que las autoridades israelíes cesaran inmediatamente las inyecciones y comenzaran una investigación.
La entrevista con 35 inmigrantes etíopes reveló que le aplicaron las inyecciones de contraceptivos en puntos de traslado, de camino a Israel. Según ellas, los médicos les dijeron que las mujeres que dan a luz deben recibir esas inyecciones cada tres meses para no sufrir enfermedades. Las encuestadas les dijeron a los periodistas que no querían recibir ese tipo de anticonceptivos.
Durante la última década, la natalidad en la comunidad etíope en Israel bajó a la mitad. Se sospecha que la contracepción coercitiva fue la principal causa.
Más de 100.000 judíos que vivían en Etiopía se trasladaron a Israel gracias a la Ley del Retorno de 1950.