“Los manifestantes nunca se han detenido. Están en contra del régimen, de la dictadura, en contra de la situación”, asegura un opositor bahreiní, Radhi al Mosawi. Pero si los países occidentales apoyaron la Primavera Árabe en países como Libia y Siria, su postura en el caso de las llamadas 'petromonarquías' es distinta.
“Somos víctimas ya que vivimos en un país que tiene petróleo. Así que a EE.UU. y al Reino Unido les da igual la gente y que se derrame sangre en Bahréin. Sólo les importa el petróleo", sostiene Sayed Yousif al-Muhafda Bahrain, del Centro para los Derechos Humanos de Bahréin.
Somos víctimas ya que vivimos en un país que tiene petróleo"Tanto en Bahréin como en Kuwait los manifestantes afirman que no buscan poner fin a la monarquía, sino sobre todo tener una mayor participación y representación. Sin embargo, los Gobiernos no escuchan esas reclamaciones.
“No ven compromiso, quieren un cambio del régimen, quieren implantar su propio Gobierno e imponer al resto de la población de Bahréin […] una democracia al estilo del Capitolio estadounidense en el golfo Pérsico”, insiste Sheikh Abdulaziz Bin Mubarak, portavoz de la Autoridad de Asuntos Informativos de Bahréin.
Esa postura provoca una fuerte reacción por parte de las monarquías contra las movilizaciones populares. Por ello, en Kuwait se prohibieron las concentraciones de más de 20 personas. Las reglas de la votación también cambiaron, según los críticos, para tener una cámara más sumisa.
Los opositores que no quieren silenciar su disgusto son “agredidos con gases lacrimógenos, bombas sonoras y porras. Y los que se quedan en la calle después de las marchas simplemente son encarcelados", cuenta Rashed al Fadala, joven activista de una organización opositora.
Ante este panorama, numerosos especialistas advierten de que la relativa estabilidad de las monarquías del Golfo se parece cada vez más a un espejismo.