El documento fue firmado en Brasil durante la visita oficial del primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, y prevé unas negociaciones bilaterales sobre la compraventa de complejos de defensa antiaérea a partir de marzo de 2013.
La transferencia de tecnología es una de las condiciones que Brasil impone para la adquisición de productos militares, por eso se espera que las empresas estratégicas brasileñas puedan participar en la producción de armas rusas en su territorio.
Brasil ya ha manifestado interés en comprar cinco baterías de misiles antiaéreos rusos, tres del tipo Pantsir-S1 (de medio alcance) y dos del tipo Igla (de corto alcance), según admitió recientemente el general José Carlos De Nardi, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Cada una de esas baterías, con vehículos auxiliares y armamento completo, que supone una dotación de misiles tierra-aire y cañones de 30 milímetros, tiene un costo de unos 35 millones de dólares.
La modernización del sistema de defensa antiaéreo brasileño es necesaria para garantizar la seguridad de los grandes eventos que el país organizará en los próximos años, como el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.