Es la segunda vez en los últimos dos meses que el Pentágono suspende vuelos de este tipo de avión de combate, decisión que supone otro revés para el costoso programa 'Joint Strike Fighter' de desarrollo del caza F-35, un cazabombardero 'invisible' para los radares enemigos. Se trata además del mayor programa armamentístico del Pentágono y su coste se estima en 396.000 millones de dólares.
En total 51 aviones F-35 se vieron afectados, incluyendo 17 que están en fase de pruebas y 34 que se usan para los entrenamientos en los estados de Florida y Arizona.
En los últimos años, el programa ya ha sido reestructurado en tres ocasiones y podría afrontar más recortes si un acuerdo en el Congreso no evita las grandes reducciones presupuestarias que, según lo previsto, entrarán en vigor el 1 de marzo.
La oficina del programa señaló que era demasiado pronto para saber si se trata de un problema de toda la flota. Sin embargo, afirmó que suspendería todos los vuelos hasta que se conozcan los resultados de una investigación al respecto.