El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, exigió la semana pasada que las fuerzas especiales estadounidenses abandonaran la provincia de Wardak en un plazo de dos semanas tras las denuncias de desapariciones, torturas y asesinatos de ciudadanos afganos por parte de los militares.
“Wardak es una provincia con un nivel de seguridad muy bajo. La única fuerza que puede realizar operaciones de combate en sus alrededores contra fuerzas del enemigo principal, talibanes, Al Qaeda y Hezbi Islami, son las fuerzas especiales”, dijo Abdul Hadi
Khaled en su entrevista a la emisora de radio rusa Voz de Rusia.
Gracias a las tropas extranjeras, la influencia de los muyahidines en las provincias de Wardak, Lawgar y Gazni disminuyó.
Según el ex subsecretario, el aspecto positivo de la directiva es que así Karzai muestra que puede contar con las fuerzas afganas.
Sin embargo, el problema es que la dirección sectorial de la provincia engaña al presidente respecto a la situación de las fuerzas nacionales, diciendo que todo va bien, afirma Khaled. Poco competentes, las fuerzas afganas vuelcan la responsabilidad sobre las tropas extranjeras.
“Los muyahidines que instigan a la gente contra las fuerzas especiales aprovecharán de situación, lo que puede resultar en que tras la retirada de EE.UU. y la OTAN, los muyahidines ocupen Wardak, Lawgar y Gazni para establecer su capital allí”, dice Khaled.
En su opinión, lo único que puede salvar la situación es que el presidente establezca un mando supremo que coordine de un modo eficaz las fuerzas nacionales y se libere de los oficiales incompetentes.