Ambos solían jugar juntos pero cuando Eddie empezó a perder la vista su amigo se adaptó fácilmente a su nuevo papel de lazarillo.
Su dueña, de Cardiff, le colocó cascabeles a Milo en el collar para que el labrador pudiera seguirlo.
El terrier busca a Eddie y le llama con ladridos si el labrador se aleja.
“Milo de verdad cuida de Eddie, siempre le lame el rostro, duermen en la misma habitación y pasan tiempo juntos. Sin Milo, Eddie se habría perdido”, dijo Angie Baker-Stedham, la dueña.