Ada Martínez rompe a llorar al recordar cómo la guerra le robó la juventud a su hijo David quien, con 18 años recién cumplidos, se incorporó al contingente estadounidense en Irak y los horrores del campo de batalla le dejaron una profunda herida psicológica.
"El vino muy mal, vino a casa y trajo medicinas, antibióticos, cosas raras. Yo le preguntaba '¿David esto que es?' y él no me decía nada. Ahora él es muy calladito, habla muy bajito […] mi hijo era un niño muy alegre", cuenta la señora Martínez.
Hoy en día David, al igual que otros miles de ex soldados, vive con estrés postraumático. Los síntomas van desde la depresión a la paranoia y son la consecuencia directa de haber vivido en primera persona la crueldad de un conflicto armado. Algo que también ha dejado huella en su familia, pues para Ada los años de sufrimiento no perdonan.
Según el Departamento de Asuntos del Veterano de Estados Unidos, más de un millón de ex combatientes tienen serios problemas psicológicos. Los recuerdos de violencia persiguen a aquellos que regresan de la pesadilla y, en ocasiones, las drogas son la única salida.
"Hay familias donde desgraciadamente pegan un tiro a la mujer y a los hijos también, y no puedes culparlos, pues los pusiste en un nivel en el cual su vida normal cambió y, aunque regresen, muchos de ellos no van a ser normales por mucho tiempo. Muchos de ellos se meten en las drogas, el alcoholismo es grandísimo. Yo personalmente cuando ingresé en las Fuerzas Armadas con 18 años no tomaba, y regresé tomando. Muchos usan heroína, cocaína, marihuana", explica el doctor Gutiérrez, que también es un veterano de Vietnam.
Pero cuando los narcóticos no son suficientes, el suicidio se presenta como la única salida. Aproximadamente cada hora un veterano de guerra se quita la vida. La escalofriante estadística oficial indica además que la tercera parte de los que se decidieron a dar el fatal paso ni siquiera habían cumplido los 50.
"El índice de suicidios va a aumentar, no queda otro remedio, uno llega y le da vueltas: a quién mataste, al que tú viste que se murió, al amigo tuyo que le volaron la cabeza al lado tuyo, al otro que perdió las dos piernas, vuelves y no tienes trabajo, tu familia no te entiende, entonces, ¿cuál es el único camino que tienes para parar la locura esa? Pues pegarte un tiro", se lamenta Gutiérrez.
Hay veteranos cuya situación de inestabilidad emocional les lleva a no poder reincorporarse al mercado laboral. Sin trabajo y a menudo con adicciones, quedan desamparados y muchos terminan viviendo en las calles.