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La biografía de Eva Braun: “Ella quería seguir viva en la historia”

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Eva Braun, la amante durante años de Adolf Hítler, que se convirtió en su esposa oficialmente 40 horas antes de suicidarse junto con el dictador en su búnker, siempre ha sido considerada por los historiadores como una figura del secundaria.
La biografía de Eva Braun: “Ella quería seguir viva en la historia”

Eva Braun, la amante durante años de Adolf Hítler, que se convirtió en su esposa oficialmente 40 horas antes de suicidarse junto con el dictador en su búnker, siempre ha sido considerada por los historiadores como una figura del secundaria.

Hieke Goertemaker, una escritora alemana, trató de probar en su libro 'Eva Braun: Life with Hitler', la primera biografía científica de Braun, que era cualquier cosa menos una 'rubia tonta'.

Los nombres de Hitler y Eva Braun siempre estarán vinculados entre sí fundamentalmente  por su suicidio en común, escribe la historiadora. Su inmortalidad empezó cuando, al desobedecer al propio Hitler, se dirigió en marzo de 1945 a un Berlín condenado ya a la derrota. Descendió al búnker para morir junto al Führer. Sin embargo, esta fidelidad fantástica no infunde ninguna admiración en la autora.

Goertemaker afirma que Braun apoyó a Hitler en su decisión de suicidarse, como lo demuestran sus cartas. Además, en la correspondencia con su hermana, Braun le pidió que guardara todas las cartas entre ella y Hitler para que por fin la gente supiera de su relación. "Ella quería seguir viva en la historia", sostiene Goertemaker.

Eva Braun conoció a Hitler (en aquel entonces líder de un partido extremista) cuando tenía tan sólo 17 años. A la joven le agradó el galanteo del famoso político que era 23 años mayor que ella y, según parece, sabía impresionar a las mujeres. Tres años después se convirtió en su amante.
Hasta el mismo final de la guerra sólo los más cercanos al dictador supieron que Hitler tuvo relación con Braun, su nombre permaneció siempre en secreto, Hitler tenía miedo de que la presencia de la mujer en su vida puediera dañar su imagen de 'padre de la nación', que sacrificó todo para lograr la grandeza del pueblo alemán. “Mi novia es Alemania”, declaraba patéticamente Hitler.



Eva Braun no tenía nada en común con la imagen de una mujer ideal creada por la propaganda nazi. Por su apariencia, sí se parecía a este canon: era rubia y guardó la línea practicando esquí. Sin embargo su modo de vida no se podía considerar 'ario'. Fumaba (en secreto, pues Hitler no soportaba a las mujeres que fumaban), usaba cosméticos y perfume caro (que no estaba permitido durante la guerra), encargaba vestidos y pieles en Francia y calzado en Italia y leía los libros de Oscar Wilde, un autor prohibido durante la época del Tercer Reich.

Eva Braun no se interesaba por la política en absoluto. Cuando el Führer, después de una cena en compañía de sus allegados, empezaba con sus monólogos infinitos, daba muestras evidentes de aburrimiento. Pese a todo, Hieke Goertemaker no la justifica: la proximidad hacia los representantes del Tercer Reich la convierte, de forma voluntaria o no, en cómplice de sus crímenes.

Hieke Goertemaker sostiene que su labor es parte de un nuevo cuerpo de investigación que muestra que las mujeres en el Tercer Reich no sólo fueron víctimas, como se hizo creer al público durante mucho tiempo, sino también vérdugos durante esta terrible etapa de la historia alemana y europea.

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