Después de llevar varios meses estudiando este negocio clandestino sobre la red de 'microblogging', Andrea Stroppa y Carlo De Micheli, investigadores italianos de seguridad, informaron de que habían encontrado un mercado floreciente, con unos 20 millones de cuentas falsas.
Actualmente, estimaron, existen más de dos docenas de servicios que venden seguidores en Twitter, normalmente en lotes de 1.000 a un millón de cuentas. Según un reciente estudio realizado por Barracuda Labs, el precio medio de 1.000 seguidores falsos es de 18 dólares, mientras que los investigadores italianos aseguran que algunos servicios venden una sola cuenta por hasta 30 dólares.
Las cuentas falsas se venden frecuentemente a compradores múltiples, ya que los propios clientes prefieren que las cuentas sigan también a otros, para hacerlas más parecidas a las reales. Herramientas informáticas de Twitter tratan de identificar a los seguidores falsos, examinando el nivel de actividad de una cuenta: cuantas más personas sigue y cuanto más activa es, más auténtica parece.
"Actualmente existe software que permite crear cuentas falsas, tomando en cuenta todos los detalles, por lo que algunas páginas falsas parecen incluso mejores que las reales", destacó De Micheli, citado por el periódico 'The New York Times'. Hay seguidores que publican fotografías de perfiles y biografías completas. No obstante, en la mayoría de los casos, una mirada más minuciosa revela que estas cuentas se crearon exclusivamente para retuitear materiales de ciertos sitios.
"Los servicios no solo ofrecen seguidores falsos, sino que también han empezado a vender retuits”, indican en el informe Stroppa y De Micheli y agregan que los precios varian entre 5 retuits diarios por 9 dólares al mes y por 125 retuits diarios por 150 dólares.
Asimismo, Stroppa y De Micheli señalan que mientras Facebook requiere que sus usuarios utilicen una dirección de correo electrónico que 'ata' a una persona a su cuenta, Twitter tiene conceptos de seguridad diferentes: aplican un sistema de 'captchas' (pruebas de Turing públicas y automáticas para diferenciar a máquinas y humanos). No obstante, algunos programadores subrayan que "hasta un niño podría eludir las defensas de Twitter".