En un discurso pronunciado en Connecticut, el mandatario ha declarado que cerca del 90% de la población estadounidense respalda su iniciativa, que consiste en fortalecer el control sobre la compra de rifles y restringir la de armas de asalto.
Obama ha minimizado la vertiente política de la cuestión, subrayada por muchos medios, comentando que de lo que se trata es de garantizar la seguridad de la nación. Ha insistido en que su propuesta no impedirá a los propietarios legales de fusiles poseer armas pero sí prohibirá la compra de armas de fuego a los que podrían usarlas para causar daño.
El analista y miembro de la organización Unión del Barrio Ronald Góchez opina que la tarea de Obama se verá dificultada por la presión de los grupos pro armas de ambos partidos, que no cederán en este aspecto.
"Creo que los sectores más conservadores de las organizaciones a favor de las armas en este país no quieren ningún cambio en las leyes, sino que incluso quieren más derechos para tener más armamento de todo tipo. Esto es muy preocupante porque en este país se registran más homicidios, más muertes por causa de estas armas que en cualquier otro país", denuncia Góchez.
"Creo que estos grupos no están dispuestos a negociar para nada, están en contra de cualquier tipo de control de las armas y por eso creo que el presidente va a tener que negociar no solo con los republicanos, sino también con muchos demócratas", afirma el experto.