El cierre de una central atómica arruina en Lituania a una ciudad entera

La población de la ciudad lituana de Visaginas sufre de las crecientes cifras de los precios básicos y del desempleo. La causa de esta situación es la decisión -para cumplir los estándares de la Unión Europea-, de cerrar la planta eléctrica de Ignalina, la cual abastecía con electricidad barata a casi toda Lituania. La ciudad pasó de ser un famoso productor energético, a convertirse en un importador de ése recurso.

Casi todos los habitantes de la localidad fueron empleados de la central atómica y ahora tienen que huir en búsqueda de una vida mejor. Por más señas, los precios de la electricidad han crecido un 20%, el costo del agua caliente se ha duplicado y la calefacción es cinco veces más cara.

“Se puede acusar a cualquiera por esta situación”, dice el alcalde, Vitautas Rackaukas. “Al gobierno central, a nosotros... Se puede también decir que la gente de antemano sabía sobre la clausura, pero no reaccionó. Algunos siempre piensan que el cielo se está cayendo, pero Visaginas tiene futuro”.

Uno de cada diez ciudadanos del lugar salió a la calle para expresar su descontento. No obstante, las autoridades han prometido construir una nueva central. “La nueva central es la fuente de vida para la ciudad. Por el solo hecho de encargar su construcción, el dinero entrará y la gente volverá a ser necesaria”, afirmó el jefe del sindicato independiente, Vladímir Drannik.

La principal causa para el cierre de la vieja central de Ignalina, fue la obligación de Lituania de cumplir los estándares de la UE que consideró peligroso el reactor de la central y dio la orden de desmantelarla. Las autoridades lituanas prometen recompensar a la gente, pero por ahora los ex trabajadores son los únicos sufridores del doble golpe, que supone que los precios asciendan y los ingresos bajen.