Los dirigentes pakistaníes habían negado hasta el momento toda relación con los ataques de drones estadounidenses. Islamabad de manera oficial en más de una ocasión expresó su descontento a Washington por los ataques de este tipo, que desde su inicio han provocado mucha indignación entre el pueblo pakistaní.
Musharraf señaló que autorizaba el uso de drones solo en casos en los que el objetivo se encontraba totalmente aislado y de no existir el riesgo de víctimas civiles.
El ex mandatario también señaló que daba visto bueno para tales ataques después de estudiarlo con el Ejército y solo en situaciones en las que los militares pakistaníes no podían reaccionar oportunamente.
Los ataques de drones contra los extremistas comenzaron en Pakistán en 2004. Según la ONG británica Oficina de Investigación Periodística, a raíz de esas operaciones en Pakistán han muerto hasta 3.400 personas, incluidos 890 civiles.
En un libro del periodista Mark Mazzetti publicado esta semana, el autor describe cómo Pakistán, que inicialmente opuso resistencia a los intentos de la CIA de comenzar la campaña de asesinatos dentro de sus fronteras, en 2004 pidió ayuda a la agencia para matar a Nek Muhammad, aliado de los talibanes, a cambio de la autorización para comenzar su polémico programa de asesinatos con aviones no tripulados en el país.