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Las flores del mal, en Afganistán

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El jefe del Servicio Federal de Control del Narcotráfico ruso, Víktor Ivanov, presentará hoy en Bruselas las propuestas de Rusia sobre la amenaza de drogas de Afganistán. En la capital belga se realizará la sesión ampliada del Consejo Rusia-OTAN dedicada a la liquidación del narcotráfico afgano.
Las flores del mal,  en Afganistán

El jefe del Servicio Federal de Control del Narcotráfico ruso, Víktor Ivanov, presentará hoy en Bruselas las propuestas de Rusia sobre la amenaza de drogas de Afganistán. En la capital belga se realizará la sesión ampliada del Consejo Rusia-OTAN dedicada a la liquidación del narcotráfico afgano.

Las plantaciones afganas de amapolas de opio producen más heroína que la que se producía hace 10 años en  todo el mundo. Se estima que un 90% del cultivo de las amapolas de opio en el mundo se realiza en este país. Para muchos campesinos afganos el cultivo de amapolas es el único modo de sobrevivir en una economía destruida por décadas de guerra. La producción de la droga es controlada por los militantes locales que no obedecen al Gobierno del país. Para ellos, sobre todo los insurgentes de talibán, la producción de drogas es un recurso para obtener ingresos.

AFP Foto

 

Debido a la masiva producción de droga, que casi se ha convertido en el principal sector de la economía del país islámico, la adicción a las drogas resulta uno de los problemas más graves de la sociedad afgana. Pese a la miseria y el hambre, los drogadictos prefieren comprar drogas y no comida para sus familias.

Según datos oficiales, en tal situación se encuentran un millón de afganos. Muchos de ellos son refugiados que volvieron a la patria después del derrocamiento del talibán. Ahora, cuando el país está sumergido en el caos que dejaron las guerras, las mujeres buscan en el opio la tranquilidad y la  fuerza para los duros trabajos.

“Las mujeres y niños afganos viven en los campamentos”, explica el doctor Tariq Suliman, director del centro de rehabilitación NEJAT. “Ellos (los campamentos) existen porque no hay trabajo, la gente se dedica a fabricar alfombras. Las mujeres piensan que el opio las va a hacer más fuertes y resistentes. Y los niños no molestan a su madre si se les administra un poco de opio”.

No obstante, gracias a los esfuerzos del gobierno, ya se observa una significativa mejora de la situación. Según el Departamento de Estado norteamericano, la producción del opio ha disminuido un 36 por ciento en los últimos dos años.

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