Guerras en Iraq y Afganistán causan desempleo en EE. UU.
La historia parece repetirse: después de la guerra de Vietnam muchos estadounidenses volvieron a casa y no encontraron la acogida que habían esperado. Ahora con las guerras en Iraq y Afganistán muchos jóvenes veteranos estadounidenses se enfrentan a un grave problema al volver a casa: el desempleo.
El número de jóvenes sin trabajo entre 18 a 24 años de edad ha aumentado drásticamente al 21,1% en comparación con el 14,1% en 2008, según datos proporcionados por el Departamento Laboral estadounidense. El porcentaje de jóvenes desempleados no veteranos de la misma edad es algo menor y se sitúa en un 16,6%.
A partir de la trágica fecha del 11 de septiembre de 2001 más de 1,9 millones de soldados estadounidenses fueron enviados a luchar a Iraq y Afganistán; muchos de los que regresaron sufren diferentes secuelas mentales. Según un estudio realizado por la Corporación Rand uno de cada cinco militares que regresan de misiones sufre de depresión, trastornos psicológicos o algún otro tipo de trastorno mental. La dificultad para encontrar un puesto de trabajo hace aún más difícil su reinserción a una vida normal.
Muchos de los jóvenes desempleados eran miembros de la Guardia Nacional y Reserva militar (Guard and Reserve) estadounidense; algunos fueron llamados a las filas del Ejército y enviados al teatro de operaciones más de 2 veces. Pero, por reducción de personal, muchos de los "héroes" han perdido su trabajo mientras que algunas empresas no desean contratar jóvenes militares que podrían ser nuevamente enviados el frente o que, peor aún, podrían padecer algún tipo de enfermedad mental, comenta el director del Departamento de Economía de la Legión Estadounidense. “Es una situación horrible, porque si eres un reservista y en 5 años te mandan unas 2 ó 3 veces, entiendes que eres menos competitivo, y al volver las empresas no están dispuestas a contratarte”.
Así, Dario DiBattista, uno de los jóvenes veteranos, de 26 años, comenta que “aunque encuentres a una compañía que esté dispuesta a contratarte, tus conocimientos y experiencia militar no se corresponden a las exigencias y demandas laborales”.
Justin Wilcox, de 30 años, veterano de la guerra iraquí que participa en un programa educativo de un centro para veteranos de guerra administrado por el Departamento estadounidense para Asuntos de los Ex combatientes, confesó que lo más duro no era encontrar trabajo, sino mantenerlo. “Trabajé de minero, de comerciante, etc., pero los problemas de salud consecuencia de la guerra y, efectos secundarios tales como nerviosismo o dificultad para concentrarme, me lo han hecho todo muy difícil”.