Llega la primavera a Rusia

Según las creencias precristianas eslavas, de las que todavía se acuerdan en Rusia, cuando el día se hace más largo que la noche llega la primavera y la gente le da la bienvenida con antiguos ritos.  

Antes del bautizo de Rus (el nombre antiguo de Rusia), en el siglo IX, la fiesta de la llegada de la primavera se celebraba siete días antes y siete días después del Equinoccio de Primavera. Era una de las cuatro fiestas principales del año y marcaba el inicio del año nuevo, que en los tiempos antiguos estaba vinculado con la nueva temporada agrícola.

La fiesta de la primavera se llamaba Komoéditsa y fue dedicada al despertar del oso. Este animal, dueño del bosque, simbolizaba también a uno de los más poderosos dioses del panteón pagano eslavo, Veles, que fue el patrón de los animales domésticos, del bienestar de la casa y de la riqueza.

Este día, las mujeres en los poblados cocían los blinis, o panqueques (un rito que se preservó hasta hoy bajo su denominación antigua Máslenitsa). Los primeros blinis se debían llevar a la guarida de los osos, que despertaban teniendo hambre después del largo invierno, como un sacrificio a las principales fuerzas de la naturaleza. La forma redonda de los blinis fue también el símbolo del Sol que derrite la nieve.

Por la mañana la gente se juntaba en un lugar sagrado, alto, donde el suelo ya estaba libre de la nieve. Alrededor de ese lugar, en los cruces de caminos, se arrojaban los granos de cereales para que las aves y tal vez los espíritus de otro mundo no perturbaran a los que estaban festejando. Ponían mesas largas llenas de manjares: blinis, empanadas, alea de avena y otros platos de la antigua cocina rusa, así como el kvas –la bebida fermentada hecha con la harina de centeno-, y  la medovuja –la bebida alcohólica hecha a base de miel.

Entre los ritos tradicionales de Komoéditsa se encuentran también la conmemoracion de los antepasados, danzas con máscaras y saltos sobre la hoguera. La gente también rodaba unas ruedas ardientes que fueron el símbolo del sol. Después de la quema de la muñeca de paja, que personificaba el invierno saliente, todos iban a “despertar al oso”.

En este juego-ritual un hombre disfrazado se escondía en una fosa cubierta por hojarasca, como si estuviera en una cueva de oso a la que todos los vecinos se acercaban y gritaban y arrojaban bolas de nieve. Pero el “oso” no podía “despertarse” antes de que una moza lo montara,  le jalara un trozo de su “piel” y se fuera corriendo. Entonces el disfrazado se levantaba y comenzaba su danza ritual del oso, en la que trataba de encontrar a su agresora para darle un verdadero abrazo del oso.

La fiesta con juegos populares y la comilona duraba todo el día y terminaba cuando todos se pedían perdón uno a otro. Así la primavera no tenía obstáculos para llegar.

En cuanto a las costumbres de dar bienvenida a la primavera que llegaron a Rusia después del bautizo, todavía se guarda la tradición de cocer panecillos dulces, que representan a pequeñas aves que se llaman “cotorras” o “alondras”. Habitualmente los cristianos los cocían en honor de los cuarenta mártires romanos torturados por no adorar a los dioses paganos. Su fiesta se celebraba un día antes del Equinoccio de Primavera.