Corea del Sur y Japón, desunidos incluso bajo la amenaza norcoreana

El ministro de Exteriores de Corea del Sur canceló su visita a Japón. Según Seúl, las relaciones actuales entre los dos países no suponen una atmósfera que sea fructífera “para un diálogo eficaz”.
Este comentario de una fuente anónima diplomática surcoreana citada por la agencia de noticias Yonhap llega después de que el Ministerio de Exteriores del país anunciara la cancelación del viaje del canciller surcoreano, Yun Byung-se, a Tokio los días 26 y 27 de abril. El objetivo de la visita suspendida era discutir una amplia agenda internacional, incluidas las crecientes tensiones entre las dos Coreas y los avances de Pyongyang en su polémico programa nuclear.

A pesar de que la Cancillería se abstuvo de dar explicaciones, Yonhap especula con que la decisión es una forma más de protesta contra una serie de visitas de varios ministros japoneses a un polémico santuario sintoísta en Japón. Se trata de Yasukuni, el santuario erigido en 1869 en recuerdo a los caídos de la guerra civil japonesa de Boshin. En el santuario se han estado llevando a cabo rituales para honrar los kami (espíritus) de los soldados japoneses y coloniales (coreanos y taiwaneses) caídos desde entonces en las guerras. Entre otros, homenajea a catorce militares calificados de criminales de guerra de primer orden en los juicios que siguieron tras la Segunda Guerra Mundial.
Corea del Sur (la península coreana fue una colonia japonesa entre los años 1910 y 1945) considera Yasukuni un símbolo del militarismo japonés y un insulto a la memoria de las víctimas de la agresión japonesa. Acentúa que el peregrinaje al lugar es lo mismo que expresar adoración a los nazis.

Según detalla Yonhap, en los últimos días tres miembros del Gobierno japonés, entre ellos el vice primer ministro, Taro Aso, visitaron el templo. El diario añade que si bien el primer ministro Shinzo Abe no ha vuelto a acudir desde su nombramiento político, sí continúa haciendo donaciones, la última, un árbol simbólico para su uso en rituales. Seúl condenó el gesto categóricamente y exigió que el Gobierno japonés aceptara la verdad histórica y dejara de homenajear las guerras del pasado y sus criminales.