Así lo cree Lucas Manjón, de la Fundación La Alameda, que recuerda que accidentes como los de Bangladés —donde más de 1.000 personas aún se encuentran bajo los escombros— ya ha sucedido en otros lugares como Argentina y Filipinas. Testigos de la tragedia en Bangladés afirman que los empleados fueron obligados a trabajar en ese edificio pese a las grietas que presentaban las paredes y a las malas condiciones laborales.
“Las grandes compañías siguen manteniendo esta lógica de impunidad porque están amparadas por los gobiernos”, comenta a RT
Lucas Manjón, que lamentó que en muchos países, como Filipinas o Bangladés, la mano de obra se vea obligada a aceptar una fuente de ingresos que “es completamente miserable”.
El experto asegura que los responsables de estos desastres son, en primer lugar, las marcas, ya que —sostiene—
“son las que deciden enviar su producción [a estos países] para abaratar los costos y maximizar las ganancias” y, en segundo lugar, el gobierno o el estado nacional o provincial porque —asegura— son “cómplices” por permitir esta “explotación”.
“En muchos casos es una cuestión de corrupción para permitir enriquecer las arcas privadas o las arcas públicas a través de la esclavitud legalizada, entre comillas, de las personas”, sentencia Manjón.
Tras la catástrofe, decenas de trabajadores de la fábrica que protestaban por la muerte de sus compañeros fueron dispersados por la policía. Los agentes emplearon balas de goma, bastones y gases lacrimógenos contra la multitud.
Mientras, la policía de Bangladés informa que han detenido a dos propietarios de la fábrica derrumbada.