El artilugio ha sido financiado por DARPA, la agencia de investigación tecnológica del Pentágono, y desarrollado por un grupo de expertos en robótica del Departamento de Ingeniería Biomédica del Instituto estadounidense de Tecnología de Georgia, en Atlanta.
Según Rodney Brooks, experto en robótica que lidera el grupo de científicos creadores del brazo robótico, éste consta de un software de código abierto, ideado para actuar en “un mundo desordenado”, que controla mediante su sentido del tacto.
Consta de una piel artificial que puede sentir la presión o el tacto de los objetos que toca”
Asimismo, el brazo robótico, explica Brooks, “consta de una piel artificial que puede sentir la presión o el tacto de los objetos que toca”.
Esta capacidad, supone, según los expertos, el paso clave para que los robots puedan comenzar a realizar tareas autónomas en entornos humanos.
De hecho, la creación de este brazo robótico es, según sus diseñadores, parte de una amplia gama de avances que se han venido dando en el ámbito de la robótica en los últimos dos años y que anticipan un mundo en el que “los robots se moverán libremente entre los humanos”.