Aunque la protesta de las activistas semidesnudas duró poco tiempo, logró atraer la atención de los participantes de la marcha. Con la ayuda de una escalera de incendios las activistas fueron bajadas acompañadas por los gritos de la multitud furiosa, que coreaba "Femen al fuego" o "Femen prostitutas". La Policía tuvo que protegerlas para aislarlas de los neonacionalistas.
Una serie de políticos y de oficiales de diferentes ámbitos han sido objeto de atención por parte de las activistas. Entre sus últimas 'víctimas' figura la cabeza de la Iglesia católica belga, el arzobispo André-Joseph Léonard, al que las componentes de FEMEN arrojaron agua.