El dueño del teléfono era Wayne Braund que aparece en una foto con su apodo (‘Braundy’) escrito en la mesa con cocaína con ayuda de su tarjeta de crédito. Otras imágenes muestran a los integrantes de la banda sonriendo junto a paquetes de cannabis y rayas de cocaína entremezcladas con billetes de 500 euros.
Las fotos incriminatorias fueron determinantes para dar con su paradero y también sirvieron como prueba en el juicio. En la operación, la Policía británica se incautó éxtasis, anfetaminas, cocaína y cannabis por valor de al menos cuatro millones y medio de libras esterlinas. Los estupefacientes eran importados desde Holanda y escondidos en frutas y latas de verduras en conserva.
Los diez miembros de la pandilla, que se jactaba de que la policía no era capaz de rastrearlos debido a que eran muy cuidadosos y cambiaban regularmente las formas de pago,
los teléfonos móviles y a que borraban datos, han sido sentenciados este
viernes a distintas penas que oscilan desde dos hasta 14 años de prisión.
Las autoridades judiciales calificaron las operaciones de la banda
internacional como una de las más poderosas del norte de Inglaterra.
Cuando fueron detenidos, trataban de crear una
línea de producción.