Sargento de EE.UU. busca evitar la pena de muerte por una masacre en Afganistán

Las autoridades militares de EE.UU. instaron al sargento Robert Bales a aceptar su culpa por el asesinato de 16 civiles afganos y concertar un acuerdo judicial. Se espera que realice una declaración en esos términos ante los jueces el 5 de junio.
El acusado comparecerá ante el juzgado y contestará las preguntas sobre lo que hizo, qué recuerda y en qué estado de ánimo se encontraba cuando cometió todas las atrocidades que se le inculpan, precisó su abogado. El letrado no explicó los motivos por los que el militar busca el acuerdo judicial, pero en la práctica de los tribunales estadounidenses los procesados por asesinato de dos o más personas suelen hacerlo para evitar la aplicación de la pena capital.

El Ejército estadounidense no ejecuta a sus miembros desde 1961, cuando un controlador de municiones fue ahorcado por haber violado y asesinado a una niña de 11 años en Austria. Sin embargo, un comunicado emitido por la Justicia militar norteamericana avisó que las leyes penales castrenses estipulan para este caso la pena máxima posible, que incluye la expulsión de las Fuerzas Armadas, pérdida del grado y los pertinentes beneficios y la muerte.

Según la versión oficial del Pentágono, el suboficial se fugó el 11 de marzo de 2012 de la base de la OTAN y allanó varias viviendas en dos aldeas de la provincia Kandahar, mientras sus ocupantes dormían. De las 16 víctimas fatales ocasionadas por la arremetida, nueve eran niños. Dejó los cadáveres de sus víctimas amontonados y quemados frente a sus respectivas viviendas: un hecho que avivó el grado de indignación entre la población afgana.

La defensa asegura que inicialmente Bales no se acordaba de lo sucedido en la fecha de la masacre. Posteriormente, conforme aparecían nuevas pruebas, empezó a recordar cosas y ahora siente remordimientos por su cruel acción.