El juez militar, por su parte, aceptó su declaración de culpabilidad. Bales hizo la declaración en el marco de un acuerdo con la Fiscalía por el que evitará ser condenado a muerte.
El sargento detalló ante el juez que la madrugada del 11 de marzo de 2012 abandonó la base militar en la provincia afgana de Kandahar donde cumplía servicio y se dirigió a las aldeas cercanas. En dos de ellas atacó a varias víctimas. Según el mismo Bales explicó, una vez dentro "armé el plan" de asesinar a las víctimas, y les disparó una tras otra. "Este acto no tenía justificación legal", ha admitido Bales durante la audiencia ante la corte militar que tiene lugar en la base Lewis-McChord, al sur de Seattle, en el estado de Washington.
La Fiscalía, por su parte, detalla que al abandonar la base Bales se fue al cercano pueblo de Balandi, donde mató a varios civiles. Después de esto regresó a la base y despertó a un compañero, el sargento Jason McLaughlin, y le contó lo que acababa de hacer. Sin embargo, McLaughlin no lo tomó en serio y no hizo nada. Bales se fue otra vez de la base y se dirigió a otro pueblo vecino, Alkozai, donde mató a más gente. Algunos de los cuerpos fueron quemados. En total se le imputa el asesinato de 16 civiles, nueve de ellos niños, y seis intentos de asesinato.
Respondiendo a la pregunta del juez, Bales no pudo decir por qué cometió las matanzas: "Me he hecho esta pregunta un millón de veces desde entonces. No hay una buena razón en este mundo de por qué hice estas cosas horribles". Tampoco pudo precisar nada sobre los cuerpos quemados. Dijo que se acordaba de que en una de las habitaciones había una lámpara de queroseno y de que hubo un incendio y que tenía cerillas en su bolsillo cuando volvió a la base. Pero aseguró que no se acordaba de haber quemado los cuerpos.
Durante las vistas previas del caso celebradas en noviembre, los investigadores atribuían la agresión por parte de Bales a una posible venganza: uno de sus compañeros había perdido una pierna en un atentado con una bomba. La defensa del sargento, por su parte, apela al consumo de alcohol (los compañeros de Bales admiten que todos habían tomado alcohol clandestinamente antes de que este cometiera la masacre) y esteroides. Apuntan, además, a que su cliente posiblemente padece de un trastorno de estrés postraumático debido a una contusión cerebral que sufrió durante una de las tres misiones previas que cumplió en Irak.
El hecho de que Bales haya logrado evitar la pena de muerte "es un reflejo de la política exterior de los EE.UU.", opina el activista de la Coalicion Answer, Marcial Guerra. "Han sido incalculables las cantidades de civiles que han perecido a causa de la invasión militar en Afganistán, en Irak y en otras intervenciones militares", puntualizó.