Las lampreas marinas, que alcanzan de 60 a 90 centímetros de longitud, se parecen a las anguilas pero se comportan como las sanguijuelas. Las lampreas se unen a otros peces con sus bocas redondas con dientes afilados y se desprenden de ellos solo después de, literalmente, haberles chupado toda la sangre. Estos peces provienen del Océano Atlántico, pero también pueden habitar en agua dulce.
Según los empleados del Departamento de Vida Silvestre de EE.UU, los daños causados por las lampreas a la fauna estadounidense son enormes. A finales de los años 40 estos parásitos destruyeron toda la trucha, el salmón, la perca y otras especies de peces en el lago Michigan. Durante más de seis décadas el país gastó más de 400 millones de dólares en la lucha contra las lampreas.
Es casi imposible capturar a las lampreas adultas en el lago, por lo que la lucha se realiza en sus afluentes, donde desovan. Las lampreas que están en la etapa larval son más vulnerables a los pesticidas, por lo que cada tres o cinco años la administración local envenena las afluentes del lago.
La lamprea marina no es peligrosa para los humanos, pero los ecologistas reducen su población para salvar a otras peces.