El pasado marzo 'Forbes' situó al príncipe en el puesto 26 de su lista de personas más ricas del mundo, con una fortuna de unos 20.000 millones de dólares. Al Walid ben Talal no tardó en declarar que en realidad contaba con 9.600 millones de dólares más de los que le atribuyó la revista e insistió en que la edición había proporcionado datos no comprobados intencionalmente con el fin de perjudicar la imagen de los inversionistas saudíes.
La revista publicó en respuesta un artículo donde detalló sus métodos de cálculo y postuló que la compañía del príncipe, Kingdom Holding, no tiene mucha transparencia respecto a sus ingresos. La publicación no satisfizo a Al Walid ben Talal y se dirigió al Tribunal Superior de Londres. Según filtró el 6 de junio el diario británico 'The Guardian', en la demanda oficial que presentó en abril pasado acusa al director de la revista, Randall Lane, y a dos periodistas de difamación.
'Forbes', por su parte, ha comunicado que "se reafirma en su artículo" y expresó su sorpresa por el hecho de que la demanda se presente en Londres, ya que la capital británica es "una jurisdicción que no tiene nada que ver" con el artículo publicado.
Al Walid ben Talal es considerado el empresario más influyente de Oriente Próximo. A través de su empresa de inversión, Kingdom Holding, el príncipe saudí posee participaciones en algunas de las empresas occidentales más importantes como Apple, la gran multinacional mediática News Corporation, EuroDisney y Twitter, además de contar con una gran cartera de propiedades como el hotel Savoy de Londres, el Plaza de Nueva York y el George-V en París.
Es conocido también por su estilo de vida extravagante. Tiene tres palacios privados, uno de ellos de mármol de 317 salas, y una hacienda de 48,5 hectáreas con cinco lagos artificiales y una réplica en miniatura del Gran Cañón. En el salón de su avión privado, un Boeing-747, tiene instalado un trono.