El presidente de EE.UU. aseguró que nadie intercepta las llamadas y que la NSA solo accedía a los metadatos, es decir, a la información indirecta: a los contactos y a la cantidad y duración de las llamadas.
Pero el análisis de esta información indirecta, del rastro de nuestras llamadas y de nuestra actividad en Internet, puede revelar muchísimo sin que sea necesario interceptar nuestros e-mails o llamadas.
El análisis de los metadatos, por ejemplo, ayudó al FBI a revelar la relación del exjefe de la CIA David Petreaus con la escritora Paula Broadwell. Analizando cuándo y dónde se conectaba a Internet Petraeus, los especialistas del FBI lograron averiguar dónde tenían lugar los encuentros de la pareja.
Las huellas invisibles
Los metadatos siempre han formado parte de las comunicaciones, pero a medida que crece el uso de dispositivos electrónicos, simultáneamente a las huellas digitales que dejamos aumenta la cantidad de metadatos y el riesgo de revelar quiénes somos, es decir, nuestra 'imagen digital'."No se trata solo de los teléfonos, sino de las actividades en línea, de las páginas que visitamos. Se trata de nuestros coches, GPS, los datos almacenados en las 'cajas negras' de los coches", señala Rebecca Jeschke, de Electronic Frontier Foundation (EFF), una empresa estadounidense de defensa de los derechos digitales.
La tecnología evoluciona más rápidamente que el sistema legal: a diferencia de los correos electrónicos o las llamadas, los metadatos no están protegidos y las autoridades por el momento no necesitan ningún permiso para obtenerlos.
"No sabemos qué tecnologías vamos a tener dentro de 10 años, pero una cosa es segura: actualmente generamos metadatos, y en el futuro generaremos muchos más", asegura Hanni Fakhoury, abogado de EFF. "Podrán revelar mucho más sobre nosotros."