"Es uno de los sitios más grandes de las Tierras Bajas Centrales, comparable por su extensión y la magnitud de sus edificios con Becán, Nadzcaan y El Palmar, en Campeche", destacó el investigador al indicar que esto se infiere por la extensión del sitio —más de 22 hectáreas— y la cantidad de monumentos, al menos una decena de ellos con inscripciones.
El sitio alberga tres complejos monumentales con numerosas estructuras de tipo piramidal y palaciego, incluyendo dos canchas de juego de pelota, patios, plazas, monumentos esculpidos y áreas habitacionales. La pirámide más grande tiene 23 metros de altura.
Según el arqueólogo Octavio Esparza, varios de estos monumentos fueron reutilizados en épocas posteriores, posiblemente a finales del periodo clásico tardío o incluso en el posclásico temprano. "Estas personas tal vez desconocían el significado de los monumentos, pues algunas de las estelas fueron encontradas al revés; sin embargo, sabían que eran importantes y les rendían culto", precisó.
La iniciativa de esta exploración, que cuenta con la aprobación del Consejo de Arqueología del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia de México), es financiada por la National Geographic Society, la empresa austriaca Villas y la eslovena Ars Longa.