"A diferencia de nuestros socios de Occidente, no ocultamos nuestras conclusiones", afirmó el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia durante una rueda de prensa conjunta en Moscú con su homólogo de Bielorrusia, Vladímir Makéi.
"Nuestra investigación fue realizada de acuerdo a los estándares de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas", afirmó Lavrov.
Los resultados "han sido entregados a la Secretaría de las Naciones Unidas, a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. No veo obstáculos para que se hagan públicos. Son convincentes, y tienen que eliminar muchas preguntas", explicó.
Añadió que las conclusiones de las pruebas realizadas por los expertos rusos son "claras e inequívocas".
Así, las pruebas evidenciaron que las armas y el gas que se empleó en el territorio del país árabe fueron de fabricación no industrial, reiteró Lavrov.
Asimismo, precisó que las armas con sarín fueron fabricadas en febrero, en el territorio controlado entonces por la oposición.
En la víspera, el embajador de Rusia ante la ONU, Vitali Churkin, informó que, al analizar las huellas de las sustancias empleadas, los peritos rusos llegaron a la conclusión de que fueron los rebeldes sirios, y no el Ejército, quienes usaron armas químicas en marzo pasado.
Churkin ha entregado el ensayo de las muestras del lugar del impacto de un proyectil con sarín al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
En marzo, el Gobierno sirio instó a la ONU a investigar el posible uso de armas químicas en la localidad de Khan al Assal, cerca de la ciudad siria de Alepo. Los expertos y funcionarios militares informaron que la sustancia química, lo más probable gas sarín, había sido utilizada en el ataque perpetrado el pasado 23 de marzo en el que murieron unas 30 personas.