En un comunicado difundido el pasado 5 de julio, el Observatorio sirio para los Derechos Humanos con sede en Londres informó que "varias grandes explosiones se produjeron en el área donde se encuentra una base del Ejército sirio y depósitos de armas".
De acuerdo con los datos obtenidos por el grupo de derechos humanos, varios aviones de combate fueron vistos en el cielo sobre el territorio de la ciudad de Al Haffah, al este de Latakia. Se informó además sobre varios soldados que resultaron muertos y heridos a causa de las explosiones.
Tres funcionarios de defensa de EE.UU., que hablaron bajo la condición de que no se revelara su identidad, declararon a CNN que el presunto objetivo de los ataques aéreos eran los misiles antibuque de fabricación rusa Yakhont, que Israel consideraba una amenaza para sus fuerzas navales.
Los Yakhont, o P-800 Ónix, son misiles antibuque que tienen un alcance de 300 kilómetros y capacidad para transportar una ojiva nuclear de 250 kilogramos.
De momento, nadie había reclamado oficialmente la responsabilidad por las explosiones en Latakia, en el norte de Siria.
El Gobierno de Israel se negó a comentar las acusaciones, mientras que el ministro de Defensa del país hebreo, Moshe Yaalon, dijo, citado por Ynet News, que ya "hace mucho tiempo" que no intervienen "en la sangrienta guerra en Siria" y agregó que "mantienen las líneas rojas establecidas".
Sin embargo, si esta información resultara ser cierta, se trataría del cuarto ataque israelí sobre suelo sirio en los últimos seis meses.