En los laboratorios las células madre se cultivan en diversos caldos. El investigador Bryce Carey y sus colegas han descubierto que las células madre embrionarias de ratón crecen mejor en un caldo de cultivo y peor en otro. 'Mejor' en este caso significa que las células conservaban más tiempo sus propiedades (las de poder dar lugar a literalmente cualquier otro tipo de célula) y lograban una mejor autorrenovación, dice el estudio publicado en la revista 'Nature'.
Los científicos han encontrado que las células cultivadas en el caldo 'bueno' no recibían desde su entorno el aminoácido llamado 'glutamina', que sirve para producir el enzima alfa-cetoglutarato. Sin embargo, seguían obteniéndolo de algún modo, y en cantidades bastante grandes. Resultó que en estas células madre se bloqueó la reacción del ciclo de Krebs (la etapa más importante de la respiración celular), en la cual el derivado de glutamina se convertía en algo más (y no en alfa-cetoglutarato).
El alfa-cetoglutarato sobrante estimulaba la activación de ADN. Gracias a esta estrategia metabólica la célula madre puede conservar su 'eterna juventud', al mantener la totalidad de su genoma en el estado 'desbloqueado' necesario para su renovación continua.